Antonio Rodríguez, el decano de los serenos madrileños en los años treinta.
Los serenos eran los señores de la noche, con un cierto aire policial y de cansancio por los sacrificados turnos interminables. En los años 30, en la euforia republicana, a un intrépido e inconformista periodista llamó la atención la vida de Antonio Rodríguez, el decano de los serenos de la capital de España.
Este búho urbano llevaba varias décadas de servicio y en sus declaraciones al redactor de La Estampa confesaba algo que acabaría incrustándose en el titular del reportaje: “Soy espiritista”.
Y comentaba su participación en muchas sesiones al tiempo que se vanagloriaba de conocer a uno de los expertos en la materia por aquel entonces, Emilio Carrere. Este comentario y su repercusión en el distinguido medio, demuestra que estos asuntos se tomaban con una cierta normalidad.
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